¿Cómo de 'verde' es el cloud computing?

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El cloud computing siempre se ha visto como la alternativa verde en el mundo de la computación. De hecho, lo es atendiendo a tres pilares fundamentales:  como son maximizar la eficiencia energética durante el ciclo de vida del dispositivo, promover el uso de materiales reciclables y minimizar el uso de componentes informáticos peligrosos.

De esta manera, al reducir el uso de hardware in house, las empresas reducen costes tanto de compra o alquiler de equipos, como de energía. El uso de los recursos en cloud es más racional que el de las soluciones físicas en las instalaciones, precisamente porque esos recursos se distribuyen entre los diferentes usuarios y atendiendo a sus necesidades puntuales.

El cloud también contribuye de manera positiva en la reducción de las emisiones de carbono, algo que entronca con los objetivos de ESG (criterios ambientales, sociales y de gobernanza) de las organizaciones y la sostenibilidad en líneas generales.  

Índice

Green cloud computing

El concepto green cloud computing se refiere, de hecho, a los posibles beneficios medioambientales que los servicios basados en la nube pueden ofrecer a la sociedad.

Los objetivos de esta nube verde son los tres que mencionamos anteriormente: maximizar la eficiencia energética, promover el uso de materiales reciclables y minimizar el uso de componentes peligrosos. Hay dos perspectivas o vertientes en este enfoque.

Por un lado, hablamos de hardware verde, o ecológico, como el que incluye herramientas TIC eficientes en el uso de la energía y respetuosas con el medio ambiente. Esto incluye servidores, dispositivos de red y dispositivos de almacenamiento; fuentes de alimentación, equipos de refrigeración o el propio edificio e instalaciones en las que residen los diferentes componentes. En Arsys tenemos un whitepaper dedicado a la eficiencia energética en los centros de datos que puedes consultar para ampliar esta información.

Por otro lado, están las metodologías de ingeniería de software verde. La idea detrás de este concepto es diseñar y desarrollar aplicaciones fiables y eficientes desde el punto de vista energético. ¿Cómo se puede lograr esto? Pues mediante un uso más eficiente de los recursos y un enfoque ambientalmente sostenible de la computación: refinando el código, haciéndolo más compacto o utilizando mejores herramientas y el hardware más adecuado.

Existen maneras de estimar la huella de carbono de las webs y de las aplicaciones, y en cualquier organización comprometida con los objetivos ESG y de sostenibilidad se aplicarán estos conceptos para sus productos.

En qué medida el cloud nos ayuda con la sostenibilidad

Las verdades absolutas no existen en el mundo de la tecnología, y en el caso del cloud computing esa afirmación también aplica. Partimos de que, en teoría, podemos conseguir escenarios más sostenibles apostando por el cloud.

Sin embargo, hemos de tener en cuenta algo que no siempre es evidente a priori, y que merece algo de reflexión. La realidad del cloud es que cada despliegue es diferente porque parte de necesidades diferentes y, por tanto, implica una solución fruto de la combinación de tecnologías más adecuada.

Estimar la huella de carbono del cloud de manera genérica no solo es poco útil, sino que es imposible. La huella de carbono total (en cualquier sistema, no sólo en el cloud) depende de una serie de factores que determinan la cantidad de energía necesaria para realizar los procesos. Cuanto más compleja sea la solución, y cuanto menos tiempo se invierta en su optimización, más se alejará del ideal de sostenibilidad.

En la medida en que la solución particular de cada proyecto lo haga posible, el conjunto final será, efectivamente, ecológico y sostenible, su huella de carbono será mínima.

Las soluciones de nube pública sí son una opción más ecológica si las comparamos con ciertos enfoques más tradicionales, pero existe una (aparente) paradoja que seguro que nos abrirá los ojos: un despliegue cloud mal diseñado que se ejecute en un proveedor de nube pública muy ecológico genera más carbono que una arquitectura totalmente optimizada que se ejecute en un centro de datos tradicional.

El diseño es un paso fundamental, de hecho, dedicamos un artículo completo al enfoque cloud first que viene a refrendar esta afirmación. Hay otros motivos por los cuales una solución cloud podría no ser tan verde como esperas, por ejemplo, dependiendo de la ubicación del usuario y del despliegue que haya realizado; o lo que hemos comentado anteriormente, que las aplicaciones desarrolladas no se ciñan a las metodologías verdes, lo que redunda en un mayor impacto en cuanto a huella de carbono.

No te lo pienses más y súmate al mejor balance entre ventajas tecnológicas y eficiencia medioambiental: lleva tu negocio a la nube con Arsys.

Fernando Fuentes

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